Humanidades vs. Cientificismo

  • Jair Pérez Universidad Continental

Abstract

Andrés Openheimer es uno de los periodistas más famosos de Latinoamérica, con premios como el Pulitzer y el Rey de España, ha logrado una presencia importante en los medios, su programa de televisión por cable, Oppenheimer Presenta, que se transmite desde Estados Unidos, es visto por millones de televidentes no sólo en América Latina.1 El año 2004 Openheimer transmite un programa titulado “La Educación en América Latina”, donde centra la hora de debate en la necesidad de disminuir las facultades de Humanidades y Ciencias Sociales de las universidades latinoamericanas, debido a que países emergentes como China e India producen cada vez mas científicos e ingenieros mientras que América Latina gradúa de sus aulas más filósofos y sociólogos. El eco que sus palabras desataron en la comunidad intelectual latinoamericana fue demoledor, por decir lo menos. Con una mirada logocentrista de la educación el periodista argentino se inscribe en un antiquísimo debate que hacía rivalizar el cientificismo y el humanismo, no siendo gratuita su posición. En adelante observaremos un breve panorama del debate científico humanístico.

El más importante de los filósofos presocráticos, Parménides de Elea (540 a.c. – 470 d.c.), sostenía que existía una distinción entre dos mundos: un mundo de la verdad, regulado por el razonamiento científico, y un mundo de la doxa, subordinado al engaño de la palabra. Para acceder al verdadero conocimiento Parménides planteaba que sólo era viable repasar el camino de la verdad, mientras el otro, la doxa, era un tramo lleno de contradicciones y apariencias.

Bajo la misma premisa, Rene Descartes (1596-1650) en su Discurso del Método (1637) mencionaba que había estudiado en uno de los colegios europeos más prestigiosos de su época, el Colegio Real de La Fleche (1604-1612), en el que se proporcionaba una educación científico humanística. Allí distinguía que la educación científico matemático estaba establecida en bases sólidas, al contrario de los conocimientos humanísticos que tenían una estructura endeble e inestable. Por ello su admiración hacia el conocimiento matemático y cientificista y su alejamiento de las humanidades, para intentar quizás una propia construcción teórico filosófica sobre plataformas más consistentes.

Otra línea de pensamiento consolidada en las humanidades y que reviste un acercamiento a las ciencias o una suerte de negociación con ellas, es la iniciada por Aristóteles. El Estagirita, al contrario de Platón, daba más importancia a la filosofía que a las matemáticas; para él, el mundo estaba compuesto por individuos, seres sustanciales no plausibles de ser generalizables, puesto que poseían aspectos innatos a la naturaleza. En consecuencia, consideraba que la ciencia y la filosofía debían equilibrar sus afirmaciones entre el empirismo (observación y experiencia sensorial) y el formalismo (deducción racional).

Bajo la corriente aristotélica, en 1959, el escritor y científico británico Charles Percy Snow dictó en la Universidad de Cambridge una importante conferencia que disiparía un poco los límites del debate científico y humanístico. The Two Cultures, “Las dos culturas”, título de la conferencia que luego se convertiría en un tópico recurrente, mostraba que la incomunicación que surgía entre las ciencias y las humanidades era una de las principales causas para la solución de problemas de orden mundial. Parte del texto que plantea Snow es revelador y nos ayudará a entender un poco más el debate:

"Son muchos los días que he pasado con científicos, las horas de trabajo, para salir luego de noche a reunirme con colegas literatos. Y, viviendo entre dichos grupos, se me fue planteando el problema que desde mucho antes de confiarlo al papel había bautizado en mi fuero interno con el nombre de "las dos culturas". [Se trata de] dos grupos polarmente antitéticos: los intelectuales literarios en un polo, y en el otro los científicos. Entre ambos polos, un abismo de incomprensión mutua; algunas veces (especialmente entre los jóvenes) hostilidad y desagrado, pero más que nada falta de entendimiento recíproco. Los científicos creen que los intelectuales literarios carecen por completo de visión anticipadora, que viven singularmente desentendidos de sus hermanos los hombres, que son en un profundo sentido anti-intelectuales, anhelosos de reducir tanto el arte como el pensamiento al momento existencial. Cuando los no científicos oyen hablar de científicos que no han leído nunca una obra importante de la literatura, sueltan una risita entre burlona y compasiva. Los desestiman como especialistas ignorantes. Una o dos veces me he visto provocado y he preguntado [a los no científicos] cuántos de ellos eran capaces de enunciar el Segundo Principio de la Termodinámica. La respuesta fue glacial; fue también negativa. Y sin embargo lo que les preguntaba es más o menos el equivalente científico de "¿Ha leído usted alguna obra de Shakespeare?"

C. P. Snow era consciente de que una posición mediadora y negociadora entre las ciencias y las humanidades era la respuesta para acabar con un debate por demás innecesario, y que se demostró con la movilidad en el escenario intelectual de científicos como Albert Einstein, que al margen de su fama de físico elaboró un conjunto de ideas filosóficas de un hondo sentido ético y humanista. Stephen Hawking, Ernesto Sábato, Marcel Duchamp, Ítalo Calvino, Reymond Queneau, el grupo OULIPO, entre otros; y categorías como ciencias sociales, divulgador científico, ciencias humanas, cuya definición haría redundante y extenso este artículo, son pruebas de un debate innecesario y caduco.

Se cuestionan actualmente los conocimientos humanísticos, sobre la base de que este tipo de educación es para minorías individualizadas y desde la postmodernidad un tipo de educación individualizado no encaja en el proyecto de educación masificada y con estándares de producción que propone la globalización y el Imperio, recordando a Hardt y Negri3; en consecuencia carreras académicas como Literatura o Filosofía, son superfluas para Openheimer y compañía, puesto que poseen y reflejan una mirada crítica y racional de los nuevos cambios en el orden mundial y social. Finalmente, una mirada logocentrista y maniquea de la educación, nos puede llevar a verter litros innecesarios de tinta, cuando lo sustancial es una propuesta que organice y busque las convergencias entre las materias para construir mejores sensibilidades, que sean críticas y sobre todo constructivas.

References

1. Berman M. Todo lo sólido se desvanece en el aire, la experiencia de la modernidad. México D. F: Siglo veintiuno editores; 1999.

2. Copleston F. Historia de la Filosofía. Tomo I. Barcelona: Editorial Ariel; 2004.

3. Descartes R. Discurso del Método - Cronología, Bibliografía y Notas de Jorge Aurelio Díaz A. Santa Fé de Bogotá: Grupo Editorial Norma Colección Cara y Cruz; 1992.

4. Payne M. Diccionario de teoría crítica y estudios culturales. Buenos Aires: Paidós; 2002.

5. Snow C. Las dos culturas y un segundo enfoque. Madrid: Alianza Editorial; 1987.

Published
2008-01-21
How to Cite
Pérez, J. (2008). Humanidades vs. Cientificismo. Apuntes De Ciencia & Sociedad, 1(1). Retrieved from https://journals.continental.edu.pe/index.php/apuntes/article/view/157
Section
Artículos